sábado, 27 de agosto de 2011

La casa nueva

Escrito por Zazel Paradise

Algo me olía cuando Rober (mi chico), me llamó para tomar algo. Estábamos demasiado liados con el trabajo para poder salir entre semana. Sabía que se estaba tirando a Claudia; pero ni de lejos me hubiera podido imaginar la verdadera razón de aquella cita inesperada. No me importaba que se la follara, era demasiado joven para poder atarlo o quitármelo. Estaba segura de que iba a ser algo pasajero y corto.

-Claudia me ha propuesto irnos a vivir juntos. – arrancó Rober.
-¡Qué dices!… Joder… y… ¿Qué pasa conmigo?… – pregunté alterada.
-A ella no le importa que te vengas a vivir con nosotros. No es por follar… está cansada de vivir con su hermana y es más una cuestión de compartir alquiler.
-¡Si claro! Que te la estás tirando joder… ¿Qué pinto yo en medio?
-Ella dice que no le importa, que no te preocupes por eso. Que si te molesta será discreta y no interferirá en nuestra relación.
-Pues… no sé… ¿que quieres que te diga?… – la verdad, me parecía una situación bastante surrealista.
-Mira… ya ha encontrado piso. Es de una chica que lo estaba compartiendo con otras dos que se han marchado. Seriamos tres chicas, contando contigo, y yo. Es un piso muy grande, con cuatro habitaciones. Si quieres vamos y lo vemos… y te tomas unos días para pensarlo. Dejando de lado que me folle a Claudia, es una oportunidad de estar los dos juntos.

Quedamos al día siguiente, al mediodía, para ir a ver el piso. Estaba en una muy buena zona. En pleno centro. Nos venía muy bien para ir al trabajo; y además, era un piso alto con muy buenas vistas.

Subimos; tocamos al timbre y nos abrió una chica bajita, delgadita, con el pelo corto y castaño y… completamente desnuda.

-¡Hola!… ¿Tú eres Rober… verdad?… ¿Y tú? – preguntó la chica, refiriéndose a mí.
-Hola Mayte – respondió Rober antes de que yo pudiera decir nada – Ella es mi chica… Zazel.
-Ah sí… ya me lo dijo Claudia… Pasar y os enseño la casa.

Y no es que seamos estrechos y conservadores, ni mucho menos, pero parecía que no tenía la más mínima intención de ponerse algo de ropa. Nos enseñó la casa completamente desnuda y nos sacó unas cervecitas al balcón, donde había unas mesas y unas sillas de terraza. Para rematar, en lugar de sentarse en una silla, se sentó en la mesa, sin dejar de estarse quieta; colocando las piernas de mil y una formas, mostrándonos mil y una vistas de su coño; incluso llegando a abrir las piernas del todo para dejárnoslo ver completamente abierto… y todo esto, sin dejar de mirar a Rober. Como si yo no estuviera.

Cuando salimos del portal no pudimos evitar reírnos a carcajadas; aunque la situación no me hizo mucha gracia.

-¿De qué coño va esta tía?… ¿la conocías? – pregunté a Rober, algo mosqueada.
-¡Qué va! Es amiga de Claudia; pero yo es la primera vez que la veo.
-¿No pensaría que vendrías solo?
-Y yo que sé… o es nudista o exhibicionista; lo que me preocupa es que esté colgada o algo así. Le preguntaré a Claudia a ver de que la conoce.

Dos días después estábamos de mudanza. Resultó que no solo Mayte era nudista… los vecinos también. Me picaba la curiosidad. Me apetecía probar a vivir en un piso, bueno, en un rellano, en donde todo el mundo iba a ir en pelotas y practicando el amor libre. Y eso sin contar con los amigos y amigas de Mayte, todos muy del rollo hippie y “haz el amor y no la guerra”. Podía ser divertido; por lo menos , si a Claudia le daba por estar en pelotas delante de Rober, no tendría por qué pensar mal y mosquearme.

Nos elegimos cada uno una habitación; de esta forma, evitábamos que Rober tuviera que decidir si compartirla conmigo o con Claudia. Total, follar podíamos follar hasta en la cocina.

Por lo menos durante la mudanza, Mayte estuvo vestida. Hubiera sido una risa verla ayudándonos en pelotas con las cajas, agachándose, poniendo el culito en pompa. Rober no lo hubiera soportado y se la hubiera tirado también… fijo. Pero no adelantemos acontecimientos, porque en esta historia hay mucho que contar.

La mudanza duró dos días. Dejamos allí nuestras cosas y durante dos o tres tardes íbamos arreglando y decorando nuestros cuartos. Nos esperamos al sábado para que el traslado fuera oficial y pasar allí nuestra primera noche.

Ese día, salimos y tomamos unas copas. Llegamos a la nueva casa a las cuatro de la madrugada. Mayte y Claudia ya estaban durmiendo. ¿Porqué no estrenar la nueva casa y echar nuestro primer polvo?. Nos metimos en la habitación de Rober. Era verano y él se quedó rápidamente en calzoncillos, sentado en la cama. Yo estaba quitándome la ropa cuando entró Mayte desnuda y se sentó al lado de Rober.

-Hola… ¿Qué tal? – preguntó.

Tenía siempre la misma sonrisa graciosa y contagiosa. Yo creo que era efecto secundario de los porros de maría; y directamente soltó:

-¿Por qué no te quitas los calzoncillos? – Rober sonrió.
-Es que a mí se me pone dura enseguida – contesto Rober, no muy acertado.
-¿Y qué? – respondió Mayte.
-Mujer… es que me dá un poco de reparo.
-Es que quiero verte la polla – la tía no se cortó un pelo.

Rober me miró. Yo me limité a sonreír y a encogerme de hombros. Se levantó, se quitó los calzoncillos y evidentemente, ya tenía la polla tiesa y dura. Se volvió a sentar al lado de Mayte. Esta, que no había apartado la mirada de la entrepierna de Rober, se quedó un instante mirándole la polla y directamente se la empezó a tocar, con suavidad, cogiéndosela con la mano, haciendo los movimientos como si le estuviera dando una paja, pero despacito. Yo… flipaba…

No sentía celos. Me parecía una situación graciosa, ¿o serían las dos copitas de más que llevaba?

-¿Follamos los tres? – preguntó de improviso Mayte.

Se hizo un silencio

Mayte seguía pajeando a Rober muy despacito. El silencio debió durar más de lo debido y Mayte lo interpretó como un no; viendo además que no dejábamos de mirarnos sin decir nada.

-Bueno… si quereís, follaís vosotros dos y yo miro.

Terminé de desnudarme. Rescaté la polla de Rober de las manos de Mayte y de rodillas, comencé a chupársela .

No lo pensé. O se la chupaba yá, o en cualquier momento terminaría salpicándole la cara a Mayte si seguía tocándole así la poya; porque aquello, ya se estaba convirtiendo en una paja en toda regla. Ella se sentó en la cama, apoyando la espalda en la pared, se abrió de piernas y comenzó a masturbarse. Nosotros fuimos a lo nuestro; ignorándola totalmente. No estábamos acostumbrados a esas situaciones.
Follamos como si Mayte no estuviera; aunque de vez en cuando, nuestros cuerpos se rozaban y la oíamos gemir constantemente.

Un rato después, estábamos los tres desnudos sentados en la cama fumando unos cigarrillos y terminando unas cervezas. De improviso, se abrió la puerta de la habitación y entro un tio alto y moreno, con la poya colgando… era el vecino.

-¿Pero que haceís despiertos todavía? – preguntó.
-Anda… siéntate con nosotros un ratito – respondió Mayte.
-¿Qué dices?… Mañana trabajo. Vente a la cama.
-Bueno… hasta mañana – y salieron de la habitación.

Rober y yo nos miramos y nos quedamos un instante esperando a ver quién de los dos decía primero: ¿Pero dónde coño nos hemos metido?… y es que esta historia no ha hecho más que empezar.

sábado, 6 de agosto de 2011

Fantasía

Autor: Rubén

Como me prometiste, llevas esa faldita corta. Aun no sé si llevas ropa interior, o solo lo comentaste en un momento de calentura, pero no tardaré en averiguarlo.
Me voy acercando a ti, no quiero perder tiempo en desnudarte, tengo ansias de tocarte, de sentir tu piel.
Estoy a 2 centímetros de ti, respiro el aroma de tu piel y no puedo dejar de mirar tus ojos. Me tienes hipnotizado. No sé si es tu mirada o el olor de las feromonas que desprende tu cuerpo.
Me acerco a tu mejilla, y empiezo a darte suaves besos, hacia el lóbulo de tu oreja, bajando por el cuello.
Buf!!! Tengo mí… ya sabes, a reventar, pero quiero seguir saboreándote, no quiero lanzarme ya, aunque me muero de ganas, no quiero que sea como un polvo rápido en los baños de un bar.
Poso una de mis manos en tu pecho, mientras sigo comiéndote el cuello y la oreja.
Necesito sentir el roce de tu cuerpo, y acerco mi hinchado paquete a tu entrepierna empapada, notando tu humedad traspasar mis vaqueros y mi ropa interior. Comienzo a moverme un poco, para quitarme el mono de ti, mientras bajo mis labios a tus pechos, comiéndomelos como si me fuera la vida en ello y tus labios vaginales se abren levemente acoplándose a mi paquete.
Me retiro un poco del roce de tu vagina, para dejar paso a mi mano, la cual introduzco para embadurnarla de tus flujos, los cuales llevo pegados a mi pantalón.
Me la llevo a la boca, para saborear tu delicioso néctar, y la vuelvo a bajar para introducirte 2 dedos bien adentro, mientras fuera, el pulgar lo poso encima de tu clítoris hinchado ejerciendo presión en el.
Estas tan lubricada que han entrado sin problemas, noto que te convulsionas, y no dejo de mirarte a los ojos.
Mis dedos se abren y se cierran dentro de ti, dilatando tu cueva, dejando escapar tus flujos, que ya chorrean por tus piernas, mientras mi pulgar empieza a presionar en círculos.
Voy bajando mis labios hacia tu coño, recorriendo tus pechos, parando en tu ombligo, y mordisqueando tu monte de Venus, dejando que el calor de mi respiración agitada baje a tu hinchado clítoris.
No aguantas más y me pides que te coma el coño, estas desbocada de placer.
Sin sacar los dedos ni dejar de moverlos, empiezo a lamerlo, a saborear tus fluidos directamente de la entrada de tu coño. Mi pulgar estira la piel de tus labios mayores, dejando tu indefenso clítoris a la merced de mis lametones.
Te estás corriendo, lo noto en mis dedos que dentro de ti, notan cada una de las contracciones del interior de vagina, mientras tú, para no perder el equilibrio, me sujetas la cabeza, como punto de apoyo.
Ya terminaste, te miro a tu cara sin dejar saborear tu orgasmo, ha sido corto pero intenso, pero no ha sido suficiente para mí.
Me incorporo, y posando mis labios en los tuyo, comparto tu sabor, y delicadamente, te ayudo a tumbarte en la fresca hierba que nos rodea.
Vuelvo a dejar caer mi boca por tu piel, jugando mi lengua en tus pechos, bajando hacia el ombligo, y volviendo a tu coño que vuelve a destilar flujo como si fuera un pequeño manantial.
Recojo todo el flujo que puedo, con la boca, lo mezclo con mi saliva y dejo que escurra hacia tu ano, viendo como palpita y se contrae en cada lametón que recibe tu clítoris, y vuelvo a introducir esta vez tres dedos en tu interior.
Necesito masturbarme pero no puedo ni quiero dejar de saborear tu coño caliente, así que con la mano libre me desabrocho el pantalón, y cojo mi polla para empezar a pajearme lentamente.
Necesito lubricante, mi polla me lo pide, así que saco la mano empapada en tu flujo, y lo extiendo a lo largo de mi polla. Vuelvo a cogerla con la otra mano, y mientras me masturbo sigo chupando tu clítoris y voy dando lametones a tu ano, que sigue con contracciones, dejando entrar levemente el flujo que escurre de un poco más arriba.
Notas como empieza a subir el principio de un nuevo orgasmo, en el momento en que quito la mano de tu coño, y bajando empiezo a acariciar la entrada lubricada de tu ano.
Dios tengo la polla a reventar y tengo que dejar de tocarme para no correrme.
Introduzco un dedo en tu culo, dos, y noto que te empiezas a correr en mi cara, y mientras recojo todo el flujo de tu abúndate corrida con mi lengua y mi boca, consigo introducir el tercero en tu culo, haciéndote gritar de placer.
Intento dejar de lamer tu deliciosa vagina, pero sujetas mi cabeza con tus manos y me pides que no pare, así que sin dejar de lamerte, muevo los dedos en el interior de tu esfínter, apretando los anillos de su interior.
Caray, llevas más de un minuto corriéndote en mi boca y tu orgasmo no cesa, con lo que decido seguir así, con mis dos dedos en tu culo, mi boca en tu coño, notando la presión de tus manos, introduciendo mi lengua todo lo que da de si en el interior de tu coño, casi asfixiado ya que mi nariz no deja que presionarte el clítoris.
Noto que a mí, me falta poco para correrme, aun habiendo dejado de tocarme, y sacando mis dedos de tu interior las subo a tus pechos, para pellizcarte suavemente los pezones sin dejar de mover mi lengua en tu coño
Noto como si te mearas en mi cara, es una sensación deliciosa, este es el orgasmo que quería que tuvieras
Me encante verte correr, pasas de tener una mirada de niña dulce, a convertirte en una fiera lujuriosa, sedienta de sexo. Estoy a punto de correrme, solo mirándote y así te lo hago saber.
Decides darte la vuelta, mientras no puedo dejar mirarte, tu misma te abres el culo y me miras, como dándome tu aprobación.
Estoy tan ensimismado mirándote que no reacciono. Estiras tu mano para cogerme la polla y tú misma te la clavas, apuntas la cabeza en tu ojal, la alojas en tu interior y empujas para que entre hasta el final, de un golpe.
Tienes el culo empapado de los fluidos y mi saliva que había introducido un momento antes, con lo que solo se escuchan nuestros gemidos y el chapoteo en tu interior.
Te sujeto los pechos, agarrando con mis dedos los pezones para mantener el equilibrio, y nos movemos al unísono, como si lleváramos años follando.
Noto subir la leche, y te lo digo, no aguanto más.
Sin previo aviso das la vuelta, haciéndome salir bruscamente de tu culo, oímos el chops del vacío que ha hecho en tu interior, y mientras te pones de rodillas, me pajeas y lames mi polla, mientras con tu otra mano me acaricias los huevos y rozas sin entrar en mi culo. Es una sensación nueva y placentera para mí. Tan placentera que en un instante estoy soltando mi leche, la cual cae por toda tu cara, tu ojos, tu boca.
Con los dedos la recoges y te la llevas a la boca, y la esparces por tus pechos.
Con curiosidad, bajo a tus pechos mi cabeza y pruebo mi propio sabor, que no sé porqué, pero me excita de sobre manera, y mi polla sigue dura, no como antes, pero en disposición de penetrarte.
Te tumbo en el suelo y pasando tus piernas por encima de mí, las subo hasta mis hombros, y te penetro la vagina mientras estimulo el clítoris con una mano, e introduzco la otra mano, que he dejado manchada de mi leche en tu boca.
Empujo todo lo que puedo y noto que mi polla vuelve a estar incluso más dura que antes.
La saco de tu cueva, y te la introduzco en el culo sin dejar tu clítoris desatendido por mis dedos.
Alterno tu culo y tu coño, no sabría cual me da mas placer, ni cual está más dilatado.
Noto como contraes tu coño en el momento en que te estoy enculando, y empiezo a bombear más fuerte en tu culo, sin dejar de parar, e introduzco dos dedos en tu coño mientras sigues corriéndote. Es una sensación estupenda notar los dedos de tu coño en mi polla que está en tu culo.
Tus piernas en mi hombro no han dejado de moverse ni un segundo, y tu gemidos se han convertido en gritos.
Doy mi ultimo empujón y me vacio dentro de tus intestinos. La corrida no es tan intensa como la primera, pero la sensación de calidez y presión de los anillos de tu esfínter son únicos.
No me he dado cuenta de que te he dejado los pechos rojos, al estrujarlos mientras me corría en tu interior, pero no dices nada al respecto, así que los acaricio con las manos abiertas suavemente, y noto de nuevo tu flujo caer de tu coño en mi polla que aun no la he sacado del culo.
Decido bajar una de las manos y golpeo suavemente el clítoris, acabando de posar mi mano para abrirte la vagina empezando un movimiento nervioso de lado a lado.
Quiero que te corras antes de que mi polla se ponga flácida, y creo que lo estoy consiguiendo.
Gimes una vez mas mientras mi mano empieza a bajar la velocidad y noto que las contracciones de tu culo están empujando mi polla medio flácida hacia fuera hasta que sale del todo.
Mi rabo se queda entre los cachetes de tu culo, empapado por mi semen que sale de tu interior y los flujos que rezuma tu coño.
Subo mi cara a la tuya, te doy beso suave, mezclando nuestras salivas y nuestro sudor.
Agotado me tumbo en la fría hierba, cogiendo aire, mientras tú tan agradecida como yo por el polvo que acabamos de echar los dos, te tumbas encima mío, dejándome sentir la calidez de tus pechos en el mío, y escurriendo tus fluidos con los míos encima de mí.
Espero que disfrutes leyendo, tanto como yo escribiendo esta fantasía.

miércoles, 29 de junio de 2011

Escrito por mi para mi amiga Cleo


Autor: Rubén


Hola me llamo Cleo, y quería comentar una de las muchas experiencias que han sucedido en mi vida.

No recuerdo bien como empezó, no sé si recibí un email de Antonio, o una llamada de teléfono. Me preguntaba si tenía libre esa misma tarde, que quería darme una sorpresa..

Una sorpresa, ummmmmm, solo de recordarlo se me mojarían las bragas si las usara.

Se me paso por la cabeza decir que no, estaba cansada, pero el morbo de quedar con él, saber que habría sexo esa tarde y que iba a gozar como cerda con él, pudo más que me mi cansancio.

A la hora convenida, me presenté en su piso, no era la primera vez que lo visitaba, pero en esta ocasión, no sabía lo que me habría preparado.

Toqué al timbre de su casa, y enseguida me abrió la puerta. El muy cabrón tenía una erección de caballo, jajajaja, no era la única caliente en casa.

Me hizo pasar, y después de las preguntas de rigor, que tal, cuanto tiempo, que ganas tenia de estar contigo… le pregunté por la sorpresa, ya que no veía nada especial.

Sin acabar de hablar, sonó el timbre de nuevo. Se levantó a abrir con una sonrisa de oreja a oreja, diciéndome que mi sorpresa acaba de llegar.

Entraron 4 hombres, no sabría decir su edad, que no paraban de mirarme las mallas que llevaba, marcando mi coño, con una mancha de humedad que era más que notable en ellas.

Al entrar el último, vi a dos pastores alemanes enormes, vaya pedazo de animales que habían traído dios!!!!!!

Me levanté a saludarlos, que educación no me falta, y al saludar al de los perros, me encontré rodeada por los cinco hombres.

Antonio, señalando los perros, me indicó que este era el regalo, la sorpresa que tenía preparada para mí.

Acto seguido, uno de los perros se acercó a olisquearme el sexo, sin duda notó su olor ya antes de entrar, y uno de sus amigos me comentaba lo sexy que sería verme follar con ellos, mientras notaba su mano sobarme mi culo.

Esto parecía demasiado hasta para mí, pero al ver a cinco hombres empalmados, rodeándome, mirándome deseosos, solo pude coger al que tenía enfrente, al de los perros, y acercarme a besarle y tocarle su mimbro.

Mientras le comía la boca, fui sacando su verga de sus pantalones, mientras uno de los otros, no se cual ni me importa, iba bajando mis mallas al suelo.

Sin girarme a mirar, fui descendiendo al suelo, quería esa polla en mi boca, saborear los fluidos que ya notaba en mi mano.

Al agacharme a mamarla, unas manos me abriros las nalgas, y noté un escalofrió al sentir una lengua larga, áspera y muy rápida lamerme de una pasada mi empapado sexo y mi ano.

Casi me caigo de rodillas al suelo, al darme cuenta que tenia a todos mis hombres delante de mí, pero seguía notando las lamidas en mi coño.

Era uno de los animales, que sensación más placentera y morbosa era el comerme la polla de su dueño y sentir al animal detrás de mí.

Me puse como una perra, a cuatro patas, bueno a tres, porque mientras mamaba al tío, le masturbaba, para dejar mejor campo al perro.

Los 4 hombres se reían, mientras el 5 no paraba de gemir, de decirme que era una buena perrita, en el momento en que sentí como descargaba su leche en mi garganta.

Tuve mi primer orgasmo del día, casi me atraganto con su leche mientras su perro no dejaba de golpear mi sexo son su áspera lengua, notando como me hacía estremecer desde el clítoris al ano.

Nada más terminar de eyacular en mi boca, se colocó detrás de mí acariciando al perro, cogiéndole el miembro, para sacarlo de su piel.

Era enorme el miembro del animal, con su nudo al principio, toda ella roja, transparentándose la sangre que fluía por su interior.

Me di la vuelta, así como estaba, como una perra en celo, y acercándome al pastor alemán, le cogí el miembro, y mientras lo masturba lentamente, fui acercando mi boca a él, lamiendo la punta de ese gigantesco miembro.

Noté como las lamidas volvían a introducirse en mi abierto y baboso coño, era el otro animal, casi me olvido de él, pero cesaron pronto. Este era más joven, y quería penetrarme con su instrumento.

Unas manos expertas me abrieron la vagina, dejado paso a la verga del nuevo inquilino de mi cueva. Entró entera, de un solo golpe, dejándome sentir el peso del dueño en mis riñones, haciendo que dejara de chupar al otro, para poder gemir de placer, al notar el nudo de su polla entrar en mi.

Empezó un movimiento rápido, desesperado, oíamos jadear al animal, me oían gritar a mí, y de repente noté como mi mano se llenaba de la leche del animal, y como poniéndose de acuerdo, el otro se vaciaba en mi interior, notando como mi sexo se llenaba e hinchaba por su corrida, sintiendo su leche escurrir por mis piernas al suelo. Ningún hombre me había dejado tan llena como ese animal.

Al dejar de correrse dentro mí, el animal salió igual que entró, de golpe, haciendo un vacio en mí, que provocó las risas de mis mirones al oír el choff al salir.

Los animales, agradecidos por el servicio prestado, me lamieron los restos de la corrida, con sus lenguas, dejando limpia pero caliente de nuevo, quería más, mucho más.

Miré a mi amigo, pidiéndole que me ahora me follara él, quería seguir llena por dentro.

Me quise levantar pero no me dejó, me dijo que seguiría disfrutando como la perra que era, y así me quedaría, agachada, a disposición de cualquiera de los 7 machos que tenia para ella sola.

Colocándose a la altura de mi culo, introdujo un dedo en mi culo, dándose cuenta de lo dilatado que estaba por la excitación del orgasmo recién obtenido y notando que no necesitaba preparación, apoyó la punta de su hermosa verga, en la entrada de mi culo.

El muy cabrón sabia que la quería toda dentro, pero estuvo jugando, solo introducía un par de centímetros, dejándolo así unos segundos, para sacarla afuera, viendo como me dejaba abierto el culo, para volver a penetrarme otro poco otra vez.

Uno de sus amigos se recostó en el suelo, dejando su polla a la altura de mi boca, y cogiéndome de la cabeza se la introdujo casi hasta la garganta, mientras introducía sus dedos dentro de mi vagina.

Los otros amigos, no paraban de masturbarse, de decirme graserías que no hacían más que excitarme más, me sentía la puta de los machos de la habitación, mi sexo segregaba flujo a litros, mi boca llena de la polla de un desconocido hasta hoy, y mi culo dilatado con la verga de mi amigo. Ummmmmmmmmmmmm que recuerdos más placenteros.

Estaba empezando a notar subir un nuevo orgasmo, por las caricias de los dedos del desconocido, cuando mi amigo me dio un empujón, clavándome tu estaca hasta notar sus testículos golpear en mi sexo, grité de placer al notar su descarga dentro de mí, el muy cabrón iba cargadito le leche. Presa del placer, me tragué el miembro del desconocido, amasando sus pelotas y al notar que iba a subirle la leche, aprisione con mi boca, haciéndole vacio alrededor de miembro, golpeando su prepucio con mi lengua, e introduciéndole un dedo en su culo.

No se quejó, pero casi me atraganto con su leche, creo que la excitación del dedo hizo su efecto.

Me levanté como pude del suelo, estaba destrozada de tanto placer.

Me senté en uno de los sofás que había en la habitación, abriendo mis piernas para dejar que mi coño se ventilara un poco, era un volcán, cuando uno de los perros, vino de nuevo hacia mí, con su lengua fuera, y su mirada clavada en la leche que desprendía mi culo.

Me estuvo olisqueando, noté su fría nariz en mi abierta vagina, y de nuevo, su lengua golpeando mi sexo y mi dilatado culo.

Se agradecía la limpieza que me estaba realizando, el empeño y las ansias que tenía el animal, casi me hacer lograr un nuevo orgasmo, pero estando en lo mejor, el animal se paró, dejándote a medias, abierta de piernas y con un calentón tremendo.

Lo llamé, lo hice ponerse cerca de mi sexo de nuevo, quería que terminara lo que había empezado, pero lo que hizo fue mejor.

Colocó sus patas delanteras encima del sofá, una a cada lado de mis costados, haciéndome notar su miembro hinchado en las cercanías de mi sexo.

Bajé un poco mi trasero, acercándome más a el, y en una de sus envestidas, entro su polla dentro de mí.

Sus movimientos eras suaves pero profundos, notaba como entraba y salía casi todo de dentro de mí, parecía una persona humana, solo le faltaba besarme la boca, estuvimos así como 5 minutos, me proporcionó otro orgasmo el animal, en el momento en que tensó sus músculos y note el palpitar y escupir de su polla en mí, creo que sus disparos me entrarían en el útero por la presión y fuerza por la que salían despedidos en mi interior.

Cuando terminó, se salió de nuevo, dejándonos oír de nuevo la presión del vacío que había provocado en mí, dejando que toda su leche escurriera por mis piernas al suelo, y colocándose a mi lado, subió de nuevo las patas al sofá, dándome lametones en la cara, espero que por agradecimiento.

En eso estaba, acariciando la piel de mi nuevo amante, cuando su compañero perruno, empezó a recoger el néctar que rebosaba por mi sexo y mis piernas.

No podía mas, estaba agotada, pero le dejé hacer, me lamio toda mi parte de cintura para abajo, solo esperaba que no me penetrara también, tenía el coño y escocido de tanto roce, y así se lo hice saber a mis nuevos amigos, que tenían todos la pija en la mano, que no habían parado de masturbarse viendo el espectáculo.

Por suerte, uno de ellos cogió el miembro del animal, y lo masturbó, para que no me penetrara, haciéndole soltar su descarga en mis piernas, mientras el resto se acercaban a mí para que les mamara, soltándome encima la leche de todos ellos.

Bueno, espero que les haya gustado una de mis muchas experiencias, y que se hayan corrido como me corrí yo ese día.

sábado, 18 de junio de 2011

viernes, 20 de mayo de 2011

La cena de Verano

heEs una lástima que tu chico no haya podido venir a la cena de (casi) todos los veranos en casa de Juan y Luisa. Hubiera sido divertido conocerlo, pero bueno, habrá otras ocasiones. Seguro.  El primer encuentro, ha sido como se preveía. Extraño. He notado que no sabías muy bien como reaccionar. Tenías la mirada perdida. Distante. Supongo que nerviosa.

Pareces a más calmada. Somos todos amigos y nos conocemos desde niños. Estás entre gente de confianza. Fumas y charlas animadamente con José María en la terracita. El gato se pasea entre los dos. Sonríes. El traje rojo te sienta fenomenal. Adriana y yo salimos y nos unimos a la conversación. Risas. Todo fluye normalmente.

- Mmm, me meo.
- Mierda para que lo has dicho. Yo también tengo ganas. Avisa.

José María entra en casa. Al aseo. Adriana charla contigo. Yo os miro a las dos. Os admiro. El baño queda libre.

- Ahora vuelvo.
- Estás muy sexy, como siempre.- Estamos solos en la terraza.
- Adriana también. - Me replicas.
- Estáis las dos geniales.- Salomónico.

Sonríes. Acaricias mi brazo amistosamente. Arriba abajo. Un par de veces. Me confiesas que estás algo nerviosa. Yo también. Nos llaman a la mesa. Nos sentamos. El azar o la voluntad quieren que yo presida en el fondo. Tú en la pared a mi lado. Adriana en mi izquierda. Sin querer acaricio tus piernas con mi pie. Es inevitable. Me excita. Te ruborizas ligeramente. No se nota demasiado. Subo mi pie por tus gemelos. A propósito. Me devuelves la caricia. Los demás son ajenos. Ríen y comen. Todo está delicioso. El vino sube. Y las cervezas. Los chistes y anécdotas se suceden. Casi las mismas de siempre. Nos reímos como siempre. Hemos establecido nuestro vínculo. Tú y yo.

José María le tira el corcho a Edu. Le da a Toni. Está a tu lado. Cae entre tú y yo. Me agacho. Esta entre tus pies. Disimuladamente paso la mano entre tus muslos, hasta donde me deja tu vestido rojo. Acaricio tus ingles. Supongo que habrás dado un respingo. No protestas. Acaricio las piernas de Adriana. Estoy bastante excitado. La cena termina. Llegan las copas entre caricias bajo la mesa y alguna mirada cómplice. Introduzco mi lengua en la boca de mi chica. Te miro de reojo. Tus ojos parecen chisporrotear. Tus mejillas están sonrosadas. Lo atribuirás al vino, si alguien preguntara. Nos levantamos y recogemos.

Servimos bebidas. Nos movemos por el lugar. Tengo la sensación de que buscas mi roce. El contacto de tu cuerpo con el mío. Todo es natural. Los niños no me dejan por el momento. Es la hora de que jueguen un poco con su tío. Me olvido de ti por un rato. Tú estás por ahí, bebiendo. Charlando. Fumando. Nos divertimos. Cada cual a su modo. En un momento llegará la hora de que los niños se vayan a la cama. Mientras me agotan. Bebo para recuperar el aliento. Las chicas estáis fuera charlando animadamente. Poniéndonos verdes, supongo. Hacéis bien. Hemos puesto videoclips de los 80 en la tele.

- Mira Vane, que pelos.

Entráis las dos. Se repite la situación de la cena. Al revés. Adriana ahora se recuesta sobre mi lado derecho. Tú te sientas a mi lado. Tu cuerpo pegado al mío a través de la ropa. Suerte que los somos demasiados para tan poco sofá.

- Grrr
- Barbie ronquiditos...
- ¿Ehh? ¿Me he dormido?
- Si cielo.

Adriana maldice. Pero se vuelve a quedar dormida. Los demás seguimos charlando y bebiendo. En voz baja. Hay niños que duermen. Salimos fuera tú y yo. Solos.

- Me han gustado tus caricias.
- Parece que ya no estás nerviosa.
- Un poco aún.
- Y yo.
- ¿Qué hacéis? ¿Otro Gin-Tonic?
- ¿Por qué no?

No sé si es el tercero o el cuarto.

- Es tarde. ¿Damos una vuelta?
- Por nosotros quedaros, ¿eh? - dice Juan
- Los nanos están durmiendo. Mejor nos vamos - Toni y su chica apuran sus copas.
- Si, vamos a dar una vuelta.
- No sé, yo me voy a casa, estamos cansados.

Recogemos lo que queda. Terminamos nuestras bebidas. Besos. Abrazos. Vamos saliendo. Ricardo, Toni, Edu y sus chicas se van a casa. Despertamos a Adriana. Le preguntamos.

- Jo, estoy sopa. Vamos

José María y Inma, van a su coche, Adriana, tú y yo al mío. Subes detrás. Adriana delante. Antes de salir de la calle donde está aparcado, suelta un leve ruido. Se ha vuelto a dormir.

- ¿Nos vamos a casa?
- Déjame en casa y haz lo que quieras.

Se deja llevar. Se duerme. Miro por el retrovisor. Veo tu cara. Estiro una mano hacia atrás y toco tu pierna. Miro por el retrovisor. Sonríes. Te sientas más cerca de mí. Vamos hacia mi casa. Puedo acariciar tus piernas estirando mi mano hacia atrás. Subo y bajo por tu pantorrilla. Llegamos a mi casa. Despierto a mi chica. Me recomienda que me lo pase bien. Mis labios y los suyos juegan brevemente con nuestras lenguas. Sale. Mueve el asiento para que puedas salir. Subes delante. Nos despedimos. Arrancamos.

Al girar la esquina paro el coche.

- Estoy a mil

Te acercas un poco y muerdes el lóbulo de mi oreja. Tú también me dices. Buscas mi boca. Nos besamos. Muerdes mi labio inferior. Paso la lengua entre los dientes y tus labios. Nos lamemos la lengua mutuamente. Fuera de nuestras bocas.

- Aun tienes su aroma - me sueltas
- ¿Te molesta?
- No, al contrario.

Arranco de nuevo.

- ¿Me das tu tanga?

Con movimientos algo torpes por el cinturón de seguridad, te quitas tu breve ropa interior. Tu vestido rojo oculta aun tu sexo. Me das la prenda. La huelo. Esta algo húmeda.

- Este aroma también me gusta.

Parados en un semáforo acaricio tus muslos. Subo poco a poco tu vestido. Se pone verde. No hay nadie. No arranco. Subo tu vestido hasta tu cintura. Estas completamente desnuda, desde tu ombligo. Abro un poco tus piernas. Acaricio muslos, vientre, ingles, incluso una estrecha banda vertical de vello recortadito que adorna tu sexo, pero no toco tu vulva. Lo hago mientras conduzco. Entre marcha y marcha. Tu respiración es cada vez más densa. Nos dirigimos donde habíamos quedado con José María y Inma. Aparcamos algo lejos. Antes de bajar, acaricias el bulto de mi pantalón, mientras nos besamos. Yo amaso tus pechos.

- ¿Me devuelves el tanga?
- No

Bajamos del coche. Te has arreglado el vestido. Estás acalorada. Yo también. Entramos en el local. Esta lleno. Tú vas delante. Yo pego mi erección a tus nalgas. Entre ellas. Estoy seguro de que la notas. Al fondo encontramos a la pareja, con sus copas a medias. Tratamos de recomponernos. Les contamos lo que ha pasado. Solo la parte que se puede contar. Pedimos unas bebidas. Al buscar el dinero, saco tu tanga de mi bolsillo. Lo cambio de lugar para no tener problemas.

- Nos vamos. Está muy lleno - apuran su copa y nos dejan solos de nuevo.

Los vemos alejarse por entre la gente. Al perderlos de vista, vuelvo a colocarme pegado a ti. Por detrás. Rozando mi sexo entre tus nalgas. Coloco mis manos en tu cadera. Me muevo torpemente entre la multitud. Queriendo pegarme más a ti. No dices nada. Subo ligeramente tu vestido. Acaricio tu piel desnuda. Tus piernas, tus nalgas. Miro alrededor. Nadie parece prestarnos atención. Apoyado en la pared, amparado por la multitud, mis dedos pasean sobre tus nalgas. Entre ellas. Me recuesto un poco. Encuentro tu ano. Mis dedos lo acarician en círculos. Mi cabeza se acerca a tus hombros. Muerdo tu lóbulo. Te muerdes los labios.

- ¿Qué haces? ¿Estás loco?
- ¿No te gusta?
- Ufff

Alcanzo tu vulva a la vez que te pregunto. Me tomaré el bufido como un sí. Introduzco la yema de mi corazón en tu sexo. Está muy mojado y caliente. Desde esta postura no puedo alcanzar más. Vuelvo al agujero de tu culo. A morder tu lóbulo. A presionar mi pene con tus cachetes.

- Será mejor que nos vayamos. - tienes la copa a medias y la cara un poco desencajada. Yo tengo una excitación que no me permite pensar demasiado.

Volvemos al coche. Por las calles desiertas continuo con mis caricias anales. Paramos dos veces a jugar con nuestras lenguas. Llegamos al coche. Cuando hemos arrancado, en el primer semáforo que paramos, subo tu falda. Quedas semidesnuda como antes. Esta vez voy directamente a tus labios inferiores. Mis dedos buscan el clítoris entre ellos. Tú abres un poco las piernas. Gimes. No sé muy bien dónde ir. Busco una zona tranquila por la universidad. Cerca de tu casa. Cuando aparco por fin, me concentro en masajear tu coñito. Estás muy cerca. Gimes. Casi gritas. Quiero oír como terminas en mi coche.

- Vamos zorrita, córrete en mi coche. ¿Te gusta mi dedo? Eres una zorrita muy ruidosa. Me encanta.
- Sí, sí, sigue

Mis ánimos parecen ayudarte. Te corres entre gritos y jadeos. Te dejo descansar. Salgo del coche. El olor a sexo dentro es denso. Casi humeante. Estoy apoyado en el maletero. Sales y me acaricias la nuca. Me besas con dulzura. Plantas tu mano en mi bragueta. La desabrochas. Miras a izquierda y derecha. No hay nadie. Sacas mi pene. Ahora semierecto por el descanso. Engorda en tus manos. Me masturbas lentamente. Miras a mis ojos. Mi das un pico. Te agachas. Vuelves a comprobar que no hay nadie. Mi miembro ya está duro. Pasas tu lengua por todo el tronco. Aprietas mis testículos. Rascas el perineo. Te lo introduces todo. Abarcándolo con los labios. Casi hasta mis vellos. Noto tu lengua sobre él. Te ocupas des glande. Llenándolo bien con tu saliva. Tocas mi ano de la misma manera que yo toqué el tuyo. Agarro tu pelo. Cierro los ojos. Me tenso. A punto de eyacular abrazas mi sexo con tus labios. Derramo mi esperma dentro de tu boca. Suspiro. Casi me mareo. Cuando me recupero ya te has limpiado la boca.

- ¿Te lo has tragado?

Ni niegas, ni afirmas. Tendré que vivir con la duda. Abro el maletero. Hay una botella de mistela. Damos un par de tragos. Hablamos de la cena. De nuestros amigos. Volvemos a ser un par de colegas. Al menos por un momento. Estamos sentados en el bordillo. Entre mi coche y otro. Al cabo te levantas a por un cigarro. Cuando vuelves. Lo enciendes de pie frente a mí. Con mis manos por tus costados levanto tu vestido. Dejándote como las veces anteriores. Te obligo a girar. Te apoyas en el coche, mientras fumas. Dándome la espalda. Me coloco detrás de ti. Por tu vientre alcanzo tus pechos. Subo el sostén. Pellizco tus pezones por primera vez. Me agarro a tus caderas. Abro tus nalgas. Lamo tu ano. Introduzco un dedo en él con cierta dificultad. Lo masajeo. Te inclino. Me acerco y te pongo mi pene al alcance. Inclinada lo coges. Te acaricias el clítoris con él. Aún está casi en reposo. Descansando. Yo tengo dos dedos en tu culo. Estamos en la calle. No hay nadie.

Al poco, tus caricias tienen su fruto. Mi erección es palpable. Acomodas tu sexo. Te metes el mío. Mis manos te mueven al compás. Entro y salgo de tu conejo. Caliente. Empapado. Con rudeza. Me inclino sobre ti. Busco tus pezones. Los estiro. Te susurro obscenidades. Fólllame, perrita. Te gusta mi polla dura, ¿eh, nena? Como has gozado cuando te los metí en el ano.

Tu solo muerdes tus labios. Solo se oye el golpeo de nuestros cuerpos. Bufamos y soplamos. Fumas.

- Voy a llenarte de leche - anuncio

Tus manos tiran la colilla. Agarras mis nalgas y presionas hacia ti. Me quedo inmóvil. El movimiento de tus caderas sobre mi polla hace que eyacule. Tengo que apretar mi boca sobre tus hombros para no gritar de placer. Te muerdo. Creo que tú también te estás corriendo. Tus movimientos son salvajes y descontrolados. Al final me zafo de ti jadeante. Una gota de semen baja por tu ingle. Te he marcado mis dientes en el omoplato.

Subo al coche. Vienes por tus cosas.

- ¿Cómo vas a explicarle la mancha del asiento a Vane?
- Ven y explícaselo tú - bromeo

Incompresiblemente, vuelves a subir al coche. Vamos a mi casa.

domingo, 1 de mayo de 2011

Despertando

Esta mañana me he levantado más temprano de lo habitual. Hacía calor y no podía dormir. Me he metido en la ducha para despejarme y refrescarme, pero más bien ni lo uno ni lo otro. Mis parpados se pegaban. Así que no me he dado cuenta cuando te has metido bajo el agua conmigo. Has tenido que darme un par de cachetes en el culo para que mi consciencia se despertara... y te chupara los labios.

Es divertido ducharse contigo. Tenemos el sitio justo para estar ambos apretados bajo el agua. Nuestros cuerpos no paran de rozarse. Aunque yo sigo medio sonámbulo. Supongo que te has propuesto despertarme, mientras enjabonas mi pelo, me besas los hombros y hablas no sé muy bien de que...Tus pechos se pegan a mi espalda.

Poco a poco voy saliendo de mi trance. Estás animada y sonriente. Tus manos también. Enjabonas mi vientre y mi pecho. Desde atrás. Pegada a mí. El agua casi no pasa entre los dos. La charla es animada ahora.

- ¿No vas a limpiarme todo?
- Estás hecho un pícaro malandrín.

Pero no te haces de rogar demasiado. También sonrío yo ahora mientras tus dedos enjabonan mi sexo y mis testículos. Los masajeas bien. Despacio. Debo estar completamente despierto, pues al cabo de unos segundos tengo una erección casi dolorosa.

- Uy mira como te he puesto...

Me masturbas delicadamente. Muy despacio.

- ¿Quién es la pícara malandrina ahora?

Estás agachada. Noto tu boca en mis nalgas. Me besas ambos cachetes. Una mano entre ellos agarra mis testículos. Acaricias mi perineo sin dejar de masturbarme. Eso me hace gemir.

- Sigue...

Acaricias mi ano, mis testículos... tu mano sube y baja por mi erección, acelerando poco a poco. Muerdes mis nalgas y me haces gritar. Así unos minutos, hasta que mi eyaculación está cerca...

- Nena, voy a correrme - musito entre dientes.

Te pones frente a mí. Aprietas mis gónadas. Aceleras al máximo tu mano y comienzas a fingir como una actriz porno, hasta que eyaculo en tu cara y tu cuerpo, y me da la risa con tu fingida pose. "Oh, sí nene dámelo todo, como me pones." Estallas en una carcajada. Nos reímos un rato juntos. Te pones bajo la ducha y limpiamos bien todo mi semen. Después cruzamos nuestras lenguas en un beso lascivo. Agarro tus cachas mojadas y las abro con una mano. Con la otra exploro entre tus piernas buscando acariciarte el ano.

Cuando lo consigo tu lengua avanza más dentro de mi boca. Casi me ahogas. Me das la espalda. Sonríes. Por fin estoy yo también despierto. Será cuestión que te enjabone yo ahora y te devuelva el maravilloso despertar...

Me olvido del jabón y directamente atrapo tus pezones entre mis dedos, pellizcándolos. Ya están duros. Está claro que la situación es excitante para ambos. Los estiro y los aprieto. Guiado por tus gemidos.

- Me estas poniendo mala.

El agua cae por nuestras lenguas, que se cruzan y se buscan, como dos espadachines. Tus pechos se pegan a mí. Acaricio tu espalda y tus nalgas. Mi mano sube y baja por tu espina dorsal, hasta tu culo. Paso un dedo por tus costados, por tus brazos, entre tus cachetes, en la rabadilla. Eso hace que te estremezcas. Aún bajo la ducha se notan tus pelos de punta.

Me concentro en tu ano. Te empujo hacia mí, introduciendo un poco mis dedos en él. No logro adivinar si es resistencia o complacencia. El caso es que muerdes mi oreja y mi cuello. Ahora son mis pelos los que se ponen de punta, aunque mi sexo sigue fofo por el esfuerzo anterior.

- Deja que me lave yo también.

Comienzas a enjabonarte y me dejas un poco al margen. Yo te miro divertido y tú me sonríes francamente. No... pícaramente. Mientras te lavas, finges acariciarte. Te pellizcas en los pechos. Gimes y posas. Todo mientras nos reímos a cada momento. No obstante la excitación es palpable. Tus pechos hinchados lo demuestran. Sin embargo es divertido verte fingir que eres una pornostar.

Tus caricias se dirigen a tu vulva. Una mano agarra tu pecho y con la otra simulas masturbarte. O no. Porque no dejas de hacerlo por unos interminables segundos. Eso me devuelve al trance, en este caso, sexual, para convertirme de nuevo en parte activa. Poniendo mi mano sobre la tuya y masturbándote los dos juntos.

Te aparto el jabón del pecho que no te aprietas. Mi boca lo succiona. Mis manos sobre las tuyas acariciándote el sexo y un pecho. Muerdo. Gimes. Me agacho tras de ti. Tú te inclinas. Mi mano busca la tuya por entre tus piernas. Abres tu coñito con dos dedos y yo lo acaricio desde atrás con los míos. Gritas cada vez que alcanzo tu clítoris. Así estamos unos minutos. Tú te apoyas sobre la pared. Yo escarbo en tu conejito mojado por el agua, pero más por tu excitación, mientras acompañas mis caricias.

Nuestros dedos se pelean por tu clítoris. Así que te dejo hacer un momento y yo busco nuevas perspectivas. Abro tus nalgas. Me excito al ver tu ano y decido lamerlo. Esta limpio y no sabe mal. Le dedico muchos lametones mientras te masturbas. Mientras el agua cae por tu cuerpo y por el mío. A veces tengo que parar para no ahogarme entre tu carne. Pero me aplico en mi beso a tu ojete. Mi pene se pone erecto.

Ya no paras de gemir. Mis besos dan su fruto. Tus manos han hecho el resto en tu vulva. Te agachas un poco más.

- Cielo sal de ahí y acábame con la lengua...

No me hago de rogar. Te fuerzo a abrir bien las piernas y mi lengua busca tu sexo. Me encanta lamerlo cuando lo tienes así, limpio y rasurado, en la ducha sabe delicioso. Tus dedos abren de nuevo los labios de tu vagina y mi lengua se esfuerza por llegar más hondo, por apretar más tu clítoris, por rozarlo con más fuerza y velocidad.

Tienes que sujetarte con las dos manos. Soy solo yo en este momento. No gimes, gritas. Sorbo tus flujos mezclados con el agua. Muerdo tu carne. La estiro. La presiono. Tus caderas se mueven al compás con mis labios. No articulas palabra. Solo sonidos guturales que denotan tu placer. Está llegando tu momento. Vas a correrte. Me afano. Los sonidos de tu boca entrecortados se tornan en uno largo e intenso, que pareces ahorrar mientras acabas en mi boca. Terminando en un suspiro de cansancio.

Me aparto de ti. Cuando recuperas el resuello me abrazas, con mi pene erecto entre nuestros cuerpos, mientras les cae el agua...

sábado, 30 de abril de 2011

Alejandra

Después de un rato haciendo fotos y posando sensualmente es momento de darse un baño relajante, antes de cenar.

Así que te diriges al baño, donde te despojas del minúsculo tanguita que luces para las fotos, y allí ya está todo preparado: La velas perfumadas, un baño caliente con sales, luz tenue y música suave... momento de meterse en el agua, cerrar los ojos, y dejar que los demás sentidos se potencien. El perfume de las velas, el tacto del agua en tu piel, ese sonido arrullador de fondo... relajante hasta el punto que te adormila.

No sabes cuanto tiempo llevas en la bañera... estas tan agusto... cuando sientes mis manos en tu cuello.

En tus hombros.

En tu nuca.

No necesitas abrir los ojos para saber que soy yo el que masajea tus músculos cervicales con suavidad pero con firmeza. Sin embargo no puedes evitar un respingo y que se te erice un poco el vello. Mis caricias en la nuca te relajan, y vuelves al estado anterior.

Mis dedos entran por tu pelo, las yemas tocan ligeramente tus hombros, tus orejas....
Vuelves a dejar a un lado todo y te concentras en disfrutar de mis dedos en tu nuca, del perfume de las velas y de esos sonidos suaves que se escuchan en el mp3.

Mis caricias continúan ahora incluso un poco mas osadas, por tu cara, cuello... bajando hasta tus pechos, delicadamente, solo un roce, y de nuevo a la cara.... unos minutos.... hasta que te susurro al oído:

- ¿Cenamos?

Abres por fin los ojos y te incorporas, yo te alcanzo un albornoz muy mullido y te lo pones... Reparas en que estoy completamente desnudo, pero no le das importancia. Te diriges a la mesa y yo detrás tuyo... Hay preparada una ensalada y algunas cosas más. Algo frugal. También vino.

Nos sentamos por fin cara a cara. La luz también está tenue, parece que estemos en la misma sala, en la que hemos cambiado el baño por una mesa y una cena. Las velas perfuman la estancia. La música suena de fondo. Servimos el vino y la comida.

Tus ojos están fijos en los míos. Como hipnotizada. Comemos tranquilamente y hablamos poco. Solo para ofrecer o pedir más comida o vino. Simplemente nos miramos mientras comemos. La comida está en un segundo plano. Nuestros ojos son lo primero.

Nuestras piernas se tocan bajo la mesa. Mis pies acarician tus pantorrillas hasta el borde del albornoz y más allá. Los tuyos hacen lo propio. Podríamos mirar que hacemos por debajo de la mesa a través del cristal, pero preferimos clavarnos las miradas, que cada vez se van convirtiendo más en ascuas de fuego llameante y erótico.

Mi pie está casi sobre tu silla, acariciándote los muslos, así que cuando lo bajo, el albornoz queda algo abierto, dejando al descubierto tu piel entre los senos, tu vientre y parte de tu sexo... Por primera vez en toda la cena algo me aparta de tus ojos y por un segundo trato de admirar tus preciosas formas. Queriendo atrapar en esa mirada cada poro de tu piel... Te das perfecta cuenta de lo que hago... y sonríes... Dejas caer el albornoz sobre la silla y lo abres mostrándome tus pechos, sin dejar de mirarme a los ojos.

- Continua - digo

Y abres ligeramente las piernas... insinuando tu pubis...sin dejar que quede totalmente expuesto...

- Eres deliciosa - concluyo.

Mi pie se aventura una vez más entre tus muslos. Mis ojos quieren clavarse en los tuyos, pero reconozco que no soy capaz de dejar de admirar la belleza de tu cuerpo, y furtivamente observo tus pechos, con unos pezones que parece que responden a mis caricias, tus labios, que ya deseo de forma inusitada, tu vientre, tus brazos, y por supuesto tu sexo... tu sexo que es ligeramente alcanzado por los dedos de mi pie, en el momento justo que se escapa un ligero gemido de tu boca.

La ensalada se ha terminado, así que me levanto a por el resto. Cuando regreso estas tomando una copa de vino. Dejo las cosas en la mesa y, en lugar de sentarme, me coloco justo detrás de ti, continuando con el masaje de la bañera. Acariciando tu nuca, tus hombros, enredando mis dedos en tu pelo húmedo, en tus orejas.... Dejando también que las manos bajen algo más, hasta tus pechos, hasta tus pezones...

En un momento sientes mi lengua en tu lóbulo, justo cuando mis dedos pasean por las aureolas de tus pezones, mordisqueando con avidez tu oreja. Y vuelves a gemir. Y a suspirar...
Tu boca busca la mía, y nuestras lenguas se encuentran frenéticamente peleando por entrar en la boca del otro. Enroscándose en un beso húmedo y apasionado. Lleno de lascivia y de deseo.

Estoy de pie frente a ti. Tu sentada en la silla me miras otra vez a los ojos. Apoyándome en el reposabrazos te vuelvo a besar los labios, los ojos, los lóbulos... recorro toda tu cara con mis labios y después tu cuello, que ensalivo bien, mientras tus dedos me acarician el pelo y tu respiración se vuelve más pesada y agitada.

Bajando poco a poco, me llega el momento de saborear tus pechos, placer al que me dedico con dulzura a veces, pero también con pequeñas dosis de canibalismo,  mordiendo y pellizcando tus pezones alternativamente, y haciendo que se endurezcan en mi boca.... todo con tal de escuchar tus gemidos cada vez que hago alguna maniobra. Tu pecho sube y baja. Mi lengua se concentra en tus aureolas y mis labios y dientes en succionar y morder tus pezones. Mis manos recorren tus piernas y tu vientre, cuando una de ellas no se afana en pellizcarte los pechos, que están ya durísimos. Así que decido ir más allá...

Bajo mi lengua por tu vientre y me quedo en cuclillas frente a tu sexo...Acariciando tus muslos, tu misma te colocas frente a mi, ofreciéndomelo. Dedico unos segundos a admirar su belleza, a disfrutar con la visión de tu coñito, perfectamente cuidado, aspirando su aroma... para después besar tus inglés, alargando un poco la espera, el vello, primorosamente mantenido, unos pocos segundos más, unas cuantas caricias más, y después, cuando mi lengua pasa casi por tu ano, subirla por en medio de la vulva, abriendo sus paredes con la punta, saboreándote por fin, hasta tocar tu clítoris con mis papilas...

Y a partir de aquí... tus gemidos...

Mis labios succionando tu clítoris...

Mis manos acariciando tus ingles... tu culo.

Mi lengua que penetra tu sexo... tratando de llevarme a la boca tu sabor.

Mis dedos que pugnan por un hueco dentro de ti con ella...

Momentos de placer en los que trato de no desperdiciar ni una sola gota de tu jugo...

El olor a sexo ha desplazado al aroma de las velas y se mezcla con el de la comida....

Poco a poco tu respiración es más entrecortada, tus gemidos suben de volumen... se acerca el momento de tu orgasmo y yo pienso disfrutarlo... introduzco mis dedos en tu vulva, mientras frenéticamente sorbo tu clito, lo lamo...

- Voy a correrme - dices

- Hazlo - mascullo

Y me llenas la boca con un orgasmo delicioso, que trato de atrapar... de beber... sin dejar de acariciarte los muslos, de sorberte hasta que haces ademán de cerrar las piernas y te echas hacia atrás en la silla. Me levanto y te doy un pikito... Al poco vuelves a la realidad y me dices: Se va a enfriar la carne.

Y seguimos cenando mirándonos a los ojos...

Cortar la carne. Masticar maquinalmente. Mirarnos a los ojos. Se repite el ritual durante varios minutos. Ahora, sin embargo, esbozas una sonrisa quasi constante. La tensión erótica se ha tornado relajación. Al menos en tu rostro. Hay todavía silencio. Un silencio pesado y denso. Cargado.
Como deprisa. Termino rápido. Clavo los ojos en ti, que paladeas mucho más tranquila. Sosegada. Abiertamente sonriendo. Pícaramente sonriendo. Adivino que no hemos terminado las incursiones sexuales. Eso me dicen tus ojos. Vuelve el aroma a perfume y cera ardiendo. Terminas. 

- Yo recojo

- Está bien. El postre está en la nevera. – informo.

Traes una fuente con fruta mondada. Sirves vino. Te sientas en mi regazo. Me das de comer la fruta directamente de tus dedos. Mordisqueamos ambos las mismas piezas. Mi sexo está erecto. Supongo que lo notas a través del albornoz. Ahora no pareces querer nada de él. Solo fruta. Juegas conmigo.
Cuando se termina la última cereza te levantas. 

- Voy a hacer café.

- Déjame a mi. Soy bastante especialito, para el café. 

- ¿Así como estás lo vas a hacer?¿Con ese palo ahí? 

- Qué remedio, ya bajará.

Vuelvo con una bandeja. Café. Leche. Azúcar. Moreno y blanco. Cucharillas. Equipo completo. Estás en tu silla. Yo en la mía. Ahora eres tu la que me mira. Lascivia de nuevo. Nada de sonrisas. 

- Quiero más postre. 

Sorbo mi café. Sin aceptar el reto. Ha desaparecido la relajación. Mi sexo está fofo. Pasas de tu taza. Te vuelves a levantar. Ahora mis ojos miran a la pared. En la misma dirección que estabas. Cambio de papeles. 

Son tus dedos los que se enroscan en mi pelo. Los que acarician mi nuca. 

Sorbo mi café. Sin aceptar el reto. Inmóvil. Estremeciéndome interiormente. Disfrutando cada contacto de tus yemas en mi piel. Termino el café. 

Pareciera que recuerdes todas mis caricias. A mi me lo parece. Las repites. Mis sensaciones serán las tuyas, supongo. Tu placer es el mío. Mis caricias son las tuyas. Se cierra el círculo. No hay principio ni final en la noche de hoy. Se me escapa un suspiro de complacencia. Me devuelve al mundo de los vivos. Mis ojos se apartan de la pared. 

Es mi noche. Yo la preparé. Yo debo llevar el peso de las acciones. Tomo tu mano.
Beso tus dedos. Los lamo. Estiro de ellos. Tus labios junto a mis oídos. Déjame, susurras. Mis labios buscan los tuyos de nuevo. Tu lengua encuentra la mía. Segundo asalto. Más pasión. Más deseo. Somos dos cuerpos que se funden en un abrazo hermoso. Sexual. Caliente. 

Desnudos. Piel contra piel. Tu cuerpo bien definido. Piel suave. Tersa. Voluptuosa. Mi cuerpo algo más fofo. Desigual. Dispuesto. 

Acaricias mis nalgas. Yo las tuyas. Muerdo tu cuello. Arañas mi espalda. Bajas por mi vientre. Mi sexo. Nuevamente ansioso.

Lo besas. Me extasío.  

Aprietas mis cachetes. Acaricias mis testículos con las manos y con los labios. Noto tus uñas acariciando cerca de mi ano. Rodeándolo. Me entrego a tu dictadura unos minutos. 

Tus ojos clavados en los míos. Sexos y labios. Otra vez por esta noche. Masturbarnos mutuamente. Oralmente. 

- Ven.

Sales de entre mis piernas. Te pones de pie. De nuevo a mi altura. He tenido que estirar un poco de tu brazo. No pareces muy convencida. Te coloco frente a un sillón. Dándome la espalda. Entiendes. Te ofreces. No puedo resistirlo. Mi lengua de nuevo desde tus tobillos a  tus ingles. No suelo ser democrático. Lo soy ahora. Ambas piernas por igual. Muerdo ambas nalgas. Mi lengua comprueba la humedad de tu sexo. Mi nariz se clava entre tus glúteos. En tu ano. Mis manos agarran tus caderas. Mi lengua trata de llegar a lo mas hondo de tu sexo. Es momento de levantarse.

Puesto en pie tras de ti, mi sexo se pega a tus carnes. Entre tus carnes. Buscando la unión. Tieso. Mis dedos pasean por tu espalda y tus caderas. Paseo mi miembro entre los labios de tu vulva. Trato de que tu clítoris roce. Que tu coño se moje. Me guían tus gemidos. Los labios inferiores lo besan como antes lo hicieron los superiores. Parece que disfrutas de este baile precoital. Lo prolongo. Tu mano busca mi polla. Te la introduces. Quedo inmóvil disfrutando del calor de tus entrañas. De su humedad. Agarro tus caderas. El placer es inmenso y estoy a punto de eyacular. Quieto de nuevo. Contengo mi esperma. Relajo mi tensión. Comienzo a moverme despacio. Me acompañas en con tus caderas. Me evado por un momento. Necesito que mi mente se vaya o el calor de tu sexo y el contacto de tu culo harán que termine antes de tiempo. Tus caderas se acompañan por mis manos. Soy un mecanismo por unos minutos. Tu cuerpo toma control y velocidad. Aceleras poco a poco, hasta un punto en que se oye el golpeo de tu piel contra la mía, en un chasquido característico, mojado. 

Una mano en tus caderas. Dando impulso. La otra estira tu pelo. Levanta tu barbilla. Pellizca tu pezón. Una sintonía de gemidos acompasados se mezcla con mi lenguaje soez. Contestas a todo que si. Eres una viciosa. Una golfa. Te gusta comer pollas. O al menos eso afirmas. 

Ya no hay erotismo. Solo pornografía. Mi pene entrando y saliendo de tu cuerpo. Mis manos guiando tu cadera. Acariciándote. Arañándote. Pellizcándote. Tus fluidos mojando mis vellos. Mis testículos. El aroma a sexo. Los gemidos. El placer. 

El placer sexual supremo que se acerca. 

- Nena estoy a punto. 

No se como tu mano agarra mi escroto. Lo exprime.

- A ver si es verdad. 

La sorpresa hace que me vuelva incontinente. Estallo en un orgasmo dentro de ti. Mis movimientos son espasmódicos. 

- Sigue un poco más.

Con los ojos en blanco trato de dar las últimas envestidas. Son suficientes. De tu boca salen de nuevo los sonidos guturales de hace un rato. Estas teniendo otro orgasmo. Mis dedos ayudan. Presionando. 

Al poco cierras las piernas. Te dejas caer en el sillón. Me siento a tu lado. Me chupas los dedos. Yo los chupo después.

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