sábado, 30 de abril de 2011

Alejandra

Después de un rato haciendo fotos y posando sensualmente es momento de darse un baño relajante, antes de cenar.

Así que te diriges al baño, donde te despojas del minúsculo tanguita que luces para las fotos, y allí ya está todo preparado: La velas perfumadas, un baño caliente con sales, luz tenue y música suave... momento de meterse en el agua, cerrar los ojos, y dejar que los demás sentidos se potencien. El perfume de las velas, el tacto del agua en tu piel, ese sonido arrullador de fondo... relajante hasta el punto que te adormila.

No sabes cuanto tiempo llevas en la bañera... estas tan agusto... cuando sientes mis manos en tu cuello.

En tus hombros.

En tu nuca.

No necesitas abrir los ojos para saber que soy yo el que masajea tus músculos cervicales con suavidad pero con firmeza. Sin embargo no puedes evitar un respingo y que se te erice un poco el vello. Mis caricias en la nuca te relajan, y vuelves al estado anterior.

Mis dedos entran por tu pelo, las yemas tocan ligeramente tus hombros, tus orejas....
Vuelves a dejar a un lado todo y te concentras en disfrutar de mis dedos en tu nuca, del perfume de las velas y de esos sonidos suaves que se escuchan en el mp3.

Mis caricias continúan ahora incluso un poco mas osadas, por tu cara, cuello... bajando hasta tus pechos, delicadamente, solo un roce, y de nuevo a la cara.... unos minutos.... hasta que te susurro al oído:

- ¿Cenamos?

Abres por fin los ojos y te incorporas, yo te alcanzo un albornoz muy mullido y te lo pones... Reparas en que estoy completamente desnudo, pero no le das importancia. Te diriges a la mesa y yo detrás tuyo... Hay preparada una ensalada y algunas cosas más. Algo frugal. También vino.

Nos sentamos por fin cara a cara. La luz también está tenue, parece que estemos en la misma sala, en la que hemos cambiado el baño por una mesa y una cena. Las velas perfuman la estancia. La música suena de fondo. Servimos el vino y la comida.

Tus ojos están fijos en los míos. Como hipnotizada. Comemos tranquilamente y hablamos poco. Solo para ofrecer o pedir más comida o vino. Simplemente nos miramos mientras comemos. La comida está en un segundo plano. Nuestros ojos son lo primero.

Nuestras piernas se tocan bajo la mesa. Mis pies acarician tus pantorrillas hasta el borde del albornoz y más allá. Los tuyos hacen lo propio. Podríamos mirar que hacemos por debajo de la mesa a través del cristal, pero preferimos clavarnos las miradas, que cada vez se van convirtiendo más en ascuas de fuego llameante y erótico.

Mi pie está casi sobre tu silla, acariciándote los muslos, así que cuando lo bajo, el albornoz queda algo abierto, dejando al descubierto tu piel entre los senos, tu vientre y parte de tu sexo... Por primera vez en toda la cena algo me aparta de tus ojos y por un segundo trato de admirar tus preciosas formas. Queriendo atrapar en esa mirada cada poro de tu piel... Te das perfecta cuenta de lo que hago... y sonríes... Dejas caer el albornoz sobre la silla y lo abres mostrándome tus pechos, sin dejar de mirarme a los ojos.

- Continua - digo

Y abres ligeramente las piernas... insinuando tu pubis...sin dejar que quede totalmente expuesto...

- Eres deliciosa - concluyo.

Mi pie se aventura una vez más entre tus muslos. Mis ojos quieren clavarse en los tuyos, pero reconozco que no soy capaz de dejar de admirar la belleza de tu cuerpo, y furtivamente observo tus pechos, con unos pezones que parece que responden a mis caricias, tus labios, que ya deseo de forma inusitada, tu vientre, tus brazos, y por supuesto tu sexo... tu sexo que es ligeramente alcanzado por los dedos de mi pie, en el momento justo que se escapa un ligero gemido de tu boca.

La ensalada se ha terminado, así que me levanto a por el resto. Cuando regreso estas tomando una copa de vino. Dejo las cosas en la mesa y, en lugar de sentarme, me coloco justo detrás de ti, continuando con el masaje de la bañera. Acariciando tu nuca, tus hombros, enredando mis dedos en tu pelo húmedo, en tus orejas.... Dejando también que las manos bajen algo más, hasta tus pechos, hasta tus pezones...

En un momento sientes mi lengua en tu lóbulo, justo cuando mis dedos pasean por las aureolas de tus pezones, mordisqueando con avidez tu oreja. Y vuelves a gemir. Y a suspirar...
Tu boca busca la mía, y nuestras lenguas se encuentran frenéticamente peleando por entrar en la boca del otro. Enroscándose en un beso húmedo y apasionado. Lleno de lascivia y de deseo.

Estoy de pie frente a ti. Tu sentada en la silla me miras otra vez a los ojos. Apoyándome en el reposabrazos te vuelvo a besar los labios, los ojos, los lóbulos... recorro toda tu cara con mis labios y después tu cuello, que ensalivo bien, mientras tus dedos me acarician el pelo y tu respiración se vuelve más pesada y agitada.

Bajando poco a poco, me llega el momento de saborear tus pechos, placer al que me dedico con dulzura a veces, pero también con pequeñas dosis de canibalismo,  mordiendo y pellizcando tus pezones alternativamente, y haciendo que se endurezcan en mi boca.... todo con tal de escuchar tus gemidos cada vez que hago alguna maniobra. Tu pecho sube y baja. Mi lengua se concentra en tus aureolas y mis labios y dientes en succionar y morder tus pezones. Mis manos recorren tus piernas y tu vientre, cuando una de ellas no se afana en pellizcarte los pechos, que están ya durísimos. Así que decido ir más allá...

Bajo mi lengua por tu vientre y me quedo en cuclillas frente a tu sexo...Acariciando tus muslos, tu misma te colocas frente a mi, ofreciéndomelo. Dedico unos segundos a admirar su belleza, a disfrutar con la visión de tu coñito, perfectamente cuidado, aspirando su aroma... para después besar tus inglés, alargando un poco la espera, el vello, primorosamente mantenido, unos pocos segundos más, unas cuantas caricias más, y después, cuando mi lengua pasa casi por tu ano, subirla por en medio de la vulva, abriendo sus paredes con la punta, saboreándote por fin, hasta tocar tu clítoris con mis papilas...

Y a partir de aquí... tus gemidos...

Mis labios succionando tu clítoris...

Mis manos acariciando tus ingles... tu culo.

Mi lengua que penetra tu sexo... tratando de llevarme a la boca tu sabor.

Mis dedos que pugnan por un hueco dentro de ti con ella...

Momentos de placer en los que trato de no desperdiciar ni una sola gota de tu jugo...

El olor a sexo ha desplazado al aroma de las velas y se mezcla con el de la comida....

Poco a poco tu respiración es más entrecortada, tus gemidos suben de volumen... se acerca el momento de tu orgasmo y yo pienso disfrutarlo... introduzco mis dedos en tu vulva, mientras frenéticamente sorbo tu clito, lo lamo...

- Voy a correrme - dices

- Hazlo - mascullo

Y me llenas la boca con un orgasmo delicioso, que trato de atrapar... de beber... sin dejar de acariciarte los muslos, de sorberte hasta que haces ademán de cerrar las piernas y te echas hacia atrás en la silla. Me levanto y te doy un pikito... Al poco vuelves a la realidad y me dices: Se va a enfriar la carne.

Y seguimos cenando mirándonos a los ojos...

Cortar la carne. Masticar maquinalmente. Mirarnos a los ojos. Se repite el ritual durante varios minutos. Ahora, sin embargo, esbozas una sonrisa quasi constante. La tensión erótica se ha tornado relajación. Al menos en tu rostro. Hay todavía silencio. Un silencio pesado y denso. Cargado.
Como deprisa. Termino rápido. Clavo los ojos en ti, que paladeas mucho más tranquila. Sosegada. Abiertamente sonriendo. Pícaramente sonriendo. Adivino que no hemos terminado las incursiones sexuales. Eso me dicen tus ojos. Vuelve el aroma a perfume y cera ardiendo. Terminas. 

- Yo recojo

- Está bien. El postre está en la nevera. – informo.

Traes una fuente con fruta mondada. Sirves vino. Te sientas en mi regazo. Me das de comer la fruta directamente de tus dedos. Mordisqueamos ambos las mismas piezas. Mi sexo está erecto. Supongo que lo notas a través del albornoz. Ahora no pareces querer nada de él. Solo fruta. Juegas conmigo.
Cuando se termina la última cereza te levantas. 

- Voy a hacer café.

- Déjame a mi. Soy bastante especialito, para el café. 

- ¿Así como estás lo vas a hacer?¿Con ese palo ahí? 

- Qué remedio, ya bajará.

Vuelvo con una bandeja. Café. Leche. Azúcar. Moreno y blanco. Cucharillas. Equipo completo. Estás en tu silla. Yo en la mía. Ahora eres tu la que me mira. Lascivia de nuevo. Nada de sonrisas. 

- Quiero más postre. 

Sorbo mi café. Sin aceptar el reto. Ha desaparecido la relajación. Mi sexo está fofo. Pasas de tu taza. Te vuelves a levantar. Ahora mis ojos miran a la pared. En la misma dirección que estabas. Cambio de papeles. 

Son tus dedos los que se enroscan en mi pelo. Los que acarician mi nuca. 

Sorbo mi café. Sin aceptar el reto. Inmóvil. Estremeciéndome interiormente. Disfrutando cada contacto de tus yemas en mi piel. Termino el café. 

Pareciera que recuerdes todas mis caricias. A mi me lo parece. Las repites. Mis sensaciones serán las tuyas, supongo. Tu placer es el mío. Mis caricias son las tuyas. Se cierra el círculo. No hay principio ni final en la noche de hoy. Se me escapa un suspiro de complacencia. Me devuelve al mundo de los vivos. Mis ojos se apartan de la pared. 

Es mi noche. Yo la preparé. Yo debo llevar el peso de las acciones. Tomo tu mano.
Beso tus dedos. Los lamo. Estiro de ellos. Tus labios junto a mis oídos. Déjame, susurras. Mis labios buscan los tuyos de nuevo. Tu lengua encuentra la mía. Segundo asalto. Más pasión. Más deseo. Somos dos cuerpos que se funden en un abrazo hermoso. Sexual. Caliente. 

Desnudos. Piel contra piel. Tu cuerpo bien definido. Piel suave. Tersa. Voluptuosa. Mi cuerpo algo más fofo. Desigual. Dispuesto. 

Acaricias mis nalgas. Yo las tuyas. Muerdo tu cuello. Arañas mi espalda. Bajas por mi vientre. Mi sexo. Nuevamente ansioso.

Lo besas. Me extasío.  

Aprietas mis cachetes. Acaricias mis testículos con las manos y con los labios. Noto tus uñas acariciando cerca de mi ano. Rodeándolo. Me entrego a tu dictadura unos minutos. 

Tus ojos clavados en los míos. Sexos y labios. Otra vez por esta noche. Masturbarnos mutuamente. Oralmente. 

- Ven.

Sales de entre mis piernas. Te pones de pie. De nuevo a mi altura. He tenido que estirar un poco de tu brazo. No pareces muy convencida. Te coloco frente a un sillón. Dándome la espalda. Entiendes. Te ofreces. No puedo resistirlo. Mi lengua de nuevo desde tus tobillos a  tus ingles. No suelo ser democrático. Lo soy ahora. Ambas piernas por igual. Muerdo ambas nalgas. Mi lengua comprueba la humedad de tu sexo. Mi nariz se clava entre tus glúteos. En tu ano. Mis manos agarran tus caderas. Mi lengua trata de llegar a lo mas hondo de tu sexo. Es momento de levantarse.

Puesto en pie tras de ti, mi sexo se pega a tus carnes. Entre tus carnes. Buscando la unión. Tieso. Mis dedos pasean por tu espalda y tus caderas. Paseo mi miembro entre los labios de tu vulva. Trato de que tu clítoris roce. Que tu coño se moje. Me guían tus gemidos. Los labios inferiores lo besan como antes lo hicieron los superiores. Parece que disfrutas de este baile precoital. Lo prolongo. Tu mano busca mi polla. Te la introduces. Quedo inmóvil disfrutando del calor de tus entrañas. De su humedad. Agarro tus caderas. El placer es inmenso y estoy a punto de eyacular. Quieto de nuevo. Contengo mi esperma. Relajo mi tensión. Comienzo a moverme despacio. Me acompañas en con tus caderas. Me evado por un momento. Necesito que mi mente se vaya o el calor de tu sexo y el contacto de tu culo harán que termine antes de tiempo. Tus caderas se acompañan por mis manos. Soy un mecanismo por unos minutos. Tu cuerpo toma control y velocidad. Aceleras poco a poco, hasta un punto en que se oye el golpeo de tu piel contra la mía, en un chasquido característico, mojado. 

Una mano en tus caderas. Dando impulso. La otra estira tu pelo. Levanta tu barbilla. Pellizca tu pezón. Una sintonía de gemidos acompasados se mezcla con mi lenguaje soez. Contestas a todo que si. Eres una viciosa. Una golfa. Te gusta comer pollas. O al menos eso afirmas. 

Ya no hay erotismo. Solo pornografía. Mi pene entrando y saliendo de tu cuerpo. Mis manos guiando tu cadera. Acariciándote. Arañándote. Pellizcándote. Tus fluidos mojando mis vellos. Mis testículos. El aroma a sexo. Los gemidos. El placer. 

El placer sexual supremo que se acerca. 

- Nena estoy a punto. 

No se como tu mano agarra mi escroto. Lo exprime.

- A ver si es verdad. 

La sorpresa hace que me vuelva incontinente. Estallo en un orgasmo dentro de ti. Mis movimientos son espasmódicos. 

- Sigue un poco más.

Con los ojos en blanco trato de dar las últimas envestidas. Son suficientes. De tu boca salen de nuevo los sonidos guturales de hace un rato. Estas teniendo otro orgasmo. Mis dedos ayudan. Presionando. 

Al poco cierras las piernas. Te dejas caer en el sillón. Me siento a tu lado. Me chupas los dedos. Yo los chupo después.

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