viernes, 20 de mayo de 2011

La cena de Verano

heEs una lástima que tu chico no haya podido venir a la cena de (casi) todos los veranos en casa de Juan y Luisa. Hubiera sido divertido conocerlo, pero bueno, habrá otras ocasiones. Seguro.  El primer encuentro, ha sido como se preveía. Extraño. He notado que no sabías muy bien como reaccionar. Tenías la mirada perdida. Distante. Supongo que nerviosa.

Pareces a más calmada. Somos todos amigos y nos conocemos desde niños. Estás entre gente de confianza. Fumas y charlas animadamente con José María en la terracita. El gato se pasea entre los dos. Sonríes. El traje rojo te sienta fenomenal. Adriana y yo salimos y nos unimos a la conversación. Risas. Todo fluye normalmente.

- Mmm, me meo.
- Mierda para que lo has dicho. Yo también tengo ganas. Avisa.

José María entra en casa. Al aseo. Adriana charla contigo. Yo os miro a las dos. Os admiro. El baño queda libre.

- Ahora vuelvo.
- Estás muy sexy, como siempre.- Estamos solos en la terraza.
- Adriana también. - Me replicas.
- Estáis las dos geniales.- Salomónico.

Sonríes. Acaricias mi brazo amistosamente. Arriba abajo. Un par de veces. Me confiesas que estás algo nerviosa. Yo también. Nos llaman a la mesa. Nos sentamos. El azar o la voluntad quieren que yo presida en el fondo. Tú en la pared a mi lado. Adriana en mi izquierda. Sin querer acaricio tus piernas con mi pie. Es inevitable. Me excita. Te ruborizas ligeramente. No se nota demasiado. Subo mi pie por tus gemelos. A propósito. Me devuelves la caricia. Los demás son ajenos. Ríen y comen. Todo está delicioso. El vino sube. Y las cervezas. Los chistes y anécdotas se suceden. Casi las mismas de siempre. Nos reímos como siempre. Hemos establecido nuestro vínculo. Tú y yo.

José María le tira el corcho a Edu. Le da a Toni. Está a tu lado. Cae entre tú y yo. Me agacho. Esta entre tus pies. Disimuladamente paso la mano entre tus muslos, hasta donde me deja tu vestido rojo. Acaricio tus ingles. Supongo que habrás dado un respingo. No protestas. Acaricio las piernas de Adriana. Estoy bastante excitado. La cena termina. Llegan las copas entre caricias bajo la mesa y alguna mirada cómplice. Introduzco mi lengua en la boca de mi chica. Te miro de reojo. Tus ojos parecen chisporrotear. Tus mejillas están sonrosadas. Lo atribuirás al vino, si alguien preguntara. Nos levantamos y recogemos.

Servimos bebidas. Nos movemos por el lugar. Tengo la sensación de que buscas mi roce. El contacto de tu cuerpo con el mío. Todo es natural. Los niños no me dejan por el momento. Es la hora de que jueguen un poco con su tío. Me olvido de ti por un rato. Tú estás por ahí, bebiendo. Charlando. Fumando. Nos divertimos. Cada cual a su modo. En un momento llegará la hora de que los niños se vayan a la cama. Mientras me agotan. Bebo para recuperar el aliento. Las chicas estáis fuera charlando animadamente. Poniéndonos verdes, supongo. Hacéis bien. Hemos puesto videoclips de los 80 en la tele.

- Mira Vane, que pelos.

Entráis las dos. Se repite la situación de la cena. Al revés. Adriana ahora se recuesta sobre mi lado derecho. Tú te sientas a mi lado. Tu cuerpo pegado al mío a través de la ropa. Suerte que los somos demasiados para tan poco sofá.

- Grrr
- Barbie ronquiditos...
- ¿Ehh? ¿Me he dormido?
- Si cielo.

Adriana maldice. Pero se vuelve a quedar dormida. Los demás seguimos charlando y bebiendo. En voz baja. Hay niños que duermen. Salimos fuera tú y yo. Solos.

- Me han gustado tus caricias.
- Parece que ya no estás nerviosa.
- Un poco aún.
- Y yo.
- ¿Qué hacéis? ¿Otro Gin-Tonic?
- ¿Por qué no?

No sé si es el tercero o el cuarto.

- Es tarde. ¿Damos una vuelta?
- Por nosotros quedaros, ¿eh? - dice Juan
- Los nanos están durmiendo. Mejor nos vamos - Toni y su chica apuran sus copas.
- Si, vamos a dar una vuelta.
- No sé, yo me voy a casa, estamos cansados.

Recogemos lo que queda. Terminamos nuestras bebidas. Besos. Abrazos. Vamos saliendo. Ricardo, Toni, Edu y sus chicas se van a casa. Despertamos a Adriana. Le preguntamos.

- Jo, estoy sopa. Vamos

José María y Inma, van a su coche, Adriana, tú y yo al mío. Subes detrás. Adriana delante. Antes de salir de la calle donde está aparcado, suelta un leve ruido. Se ha vuelto a dormir.

- ¿Nos vamos a casa?
- Déjame en casa y haz lo que quieras.

Se deja llevar. Se duerme. Miro por el retrovisor. Veo tu cara. Estiro una mano hacia atrás y toco tu pierna. Miro por el retrovisor. Sonríes. Te sientas más cerca de mí. Vamos hacia mi casa. Puedo acariciar tus piernas estirando mi mano hacia atrás. Subo y bajo por tu pantorrilla. Llegamos a mi casa. Despierto a mi chica. Me recomienda que me lo pase bien. Mis labios y los suyos juegan brevemente con nuestras lenguas. Sale. Mueve el asiento para que puedas salir. Subes delante. Nos despedimos. Arrancamos.

Al girar la esquina paro el coche.

- Estoy a mil

Te acercas un poco y muerdes el lóbulo de mi oreja. Tú también me dices. Buscas mi boca. Nos besamos. Muerdes mi labio inferior. Paso la lengua entre los dientes y tus labios. Nos lamemos la lengua mutuamente. Fuera de nuestras bocas.

- Aun tienes su aroma - me sueltas
- ¿Te molesta?
- No, al contrario.

Arranco de nuevo.

- ¿Me das tu tanga?

Con movimientos algo torpes por el cinturón de seguridad, te quitas tu breve ropa interior. Tu vestido rojo oculta aun tu sexo. Me das la prenda. La huelo. Esta algo húmeda.

- Este aroma también me gusta.

Parados en un semáforo acaricio tus muslos. Subo poco a poco tu vestido. Se pone verde. No hay nadie. No arranco. Subo tu vestido hasta tu cintura. Estas completamente desnuda, desde tu ombligo. Abro un poco tus piernas. Acaricio muslos, vientre, ingles, incluso una estrecha banda vertical de vello recortadito que adorna tu sexo, pero no toco tu vulva. Lo hago mientras conduzco. Entre marcha y marcha. Tu respiración es cada vez más densa. Nos dirigimos donde habíamos quedado con José María y Inma. Aparcamos algo lejos. Antes de bajar, acaricias el bulto de mi pantalón, mientras nos besamos. Yo amaso tus pechos.

- ¿Me devuelves el tanga?
- No

Bajamos del coche. Te has arreglado el vestido. Estás acalorada. Yo también. Entramos en el local. Esta lleno. Tú vas delante. Yo pego mi erección a tus nalgas. Entre ellas. Estoy seguro de que la notas. Al fondo encontramos a la pareja, con sus copas a medias. Tratamos de recomponernos. Les contamos lo que ha pasado. Solo la parte que se puede contar. Pedimos unas bebidas. Al buscar el dinero, saco tu tanga de mi bolsillo. Lo cambio de lugar para no tener problemas.

- Nos vamos. Está muy lleno - apuran su copa y nos dejan solos de nuevo.

Los vemos alejarse por entre la gente. Al perderlos de vista, vuelvo a colocarme pegado a ti. Por detrás. Rozando mi sexo entre tus nalgas. Coloco mis manos en tu cadera. Me muevo torpemente entre la multitud. Queriendo pegarme más a ti. No dices nada. Subo ligeramente tu vestido. Acaricio tu piel desnuda. Tus piernas, tus nalgas. Miro alrededor. Nadie parece prestarnos atención. Apoyado en la pared, amparado por la multitud, mis dedos pasean sobre tus nalgas. Entre ellas. Me recuesto un poco. Encuentro tu ano. Mis dedos lo acarician en círculos. Mi cabeza se acerca a tus hombros. Muerdo tu lóbulo. Te muerdes los labios.

- ¿Qué haces? ¿Estás loco?
- ¿No te gusta?
- Ufff

Alcanzo tu vulva a la vez que te pregunto. Me tomaré el bufido como un sí. Introduzco la yema de mi corazón en tu sexo. Está muy mojado y caliente. Desde esta postura no puedo alcanzar más. Vuelvo al agujero de tu culo. A morder tu lóbulo. A presionar mi pene con tus cachetes.

- Será mejor que nos vayamos. - tienes la copa a medias y la cara un poco desencajada. Yo tengo una excitación que no me permite pensar demasiado.

Volvemos al coche. Por las calles desiertas continuo con mis caricias anales. Paramos dos veces a jugar con nuestras lenguas. Llegamos al coche. Cuando hemos arrancado, en el primer semáforo que paramos, subo tu falda. Quedas semidesnuda como antes. Esta vez voy directamente a tus labios inferiores. Mis dedos buscan el clítoris entre ellos. Tú abres un poco las piernas. Gimes. No sé muy bien dónde ir. Busco una zona tranquila por la universidad. Cerca de tu casa. Cuando aparco por fin, me concentro en masajear tu coñito. Estás muy cerca. Gimes. Casi gritas. Quiero oír como terminas en mi coche.

- Vamos zorrita, córrete en mi coche. ¿Te gusta mi dedo? Eres una zorrita muy ruidosa. Me encanta.
- Sí, sí, sigue

Mis ánimos parecen ayudarte. Te corres entre gritos y jadeos. Te dejo descansar. Salgo del coche. El olor a sexo dentro es denso. Casi humeante. Estoy apoyado en el maletero. Sales y me acaricias la nuca. Me besas con dulzura. Plantas tu mano en mi bragueta. La desabrochas. Miras a izquierda y derecha. No hay nadie. Sacas mi pene. Ahora semierecto por el descanso. Engorda en tus manos. Me masturbas lentamente. Miras a mis ojos. Mi das un pico. Te agachas. Vuelves a comprobar que no hay nadie. Mi miembro ya está duro. Pasas tu lengua por todo el tronco. Aprietas mis testículos. Rascas el perineo. Te lo introduces todo. Abarcándolo con los labios. Casi hasta mis vellos. Noto tu lengua sobre él. Te ocupas des glande. Llenándolo bien con tu saliva. Tocas mi ano de la misma manera que yo toqué el tuyo. Agarro tu pelo. Cierro los ojos. Me tenso. A punto de eyacular abrazas mi sexo con tus labios. Derramo mi esperma dentro de tu boca. Suspiro. Casi me mareo. Cuando me recupero ya te has limpiado la boca.

- ¿Te lo has tragado?

Ni niegas, ni afirmas. Tendré que vivir con la duda. Abro el maletero. Hay una botella de mistela. Damos un par de tragos. Hablamos de la cena. De nuestros amigos. Volvemos a ser un par de colegas. Al menos por un momento. Estamos sentados en el bordillo. Entre mi coche y otro. Al cabo te levantas a por un cigarro. Cuando vuelves. Lo enciendes de pie frente a mí. Con mis manos por tus costados levanto tu vestido. Dejándote como las veces anteriores. Te obligo a girar. Te apoyas en el coche, mientras fumas. Dándome la espalda. Me coloco detrás de ti. Por tu vientre alcanzo tus pechos. Subo el sostén. Pellizco tus pezones por primera vez. Me agarro a tus caderas. Abro tus nalgas. Lamo tu ano. Introduzco un dedo en él con cierta dificultad. Lo masajeo. Te inclino. Me acerco y te pongo mi pene al alcance. Inclinada lo coges. Te acaricias el clítoris con él. Aún está casi en reposo. Descansando. Yo tengo dos dedos en tu culo. Estamos en la calle. No hay nadie.

Al poco, tus caricias tienen su fruto. Mi erección es palpable. Acomodas tu sexo. Te metes el mío. Mis manos te mueven al compás. Entro y salgo de tu conejo. Caliente. Empapado. Con rudeza. Me inclino sobre ti. Busco tus pezones. Los estiro. Te susurro obscenidades. Fólllame, perrita. Te gusta mi polla dura, ¿eh, nena? Como has gozado cuando te los metí en el ano.

Tu solo muerdes tus labios. Solo se oye el golpeo de nuestros cuerpos. Bufamos y soplamos. Fumas.

- Voy a llenarte de leche - anuncio

Tus manos tiran la colilla. Agarras mis nalgas y presionas hacia ti. Me quedo inmóvil. El movimiento de tus caderas sobre mi polla hace que eyacule. Tengo que apretar mi boca sobre tus hombros para no gritar de placer. Te muerdo. Creo que tú también te estás corriendo. Tus movimientos son salvajes y descontrolados. Al final me zafo de ti jadeante. Una gota de semen baja por tu ingle. Te he marcado mis dientes en el omoplato.

Subo al coche. Vienes por tus cosas.

- ¿Cómo vas a explicarle la mancha del asiento a Vane?
- Ven y explícaselo tú - bromeo

Incompresiblemente, vuelves a subir al coche. Vamos a mi casa.

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