miércoles, 29 de junio de 2011

Escrito por mi para mi amiga Cleo


Autor: Rubén


Hola me llamo Cleo, y quería comentar una de las muchas experiencias que han sucedido en mi vida.

No recuerdo bien como empezó, no sé si recibí un email de Antonio, o una llamada de teléfono. Me preguntaba si tenía libre esa misma tarde, que quería darme una sorpresa..

Una sorpresa, ummmmmm, solo de recordarlo se me mojarían las bragas si las usara.

Se me paso por la cabeza decir que no, estaba cansada, pero el morbo de quedar con él, saber que habría sexo esa tarde y que iba a gozar como cerda con él, pudo más que me mi cansancio.

A la hora convenida, me presenté en su piso, no era la primera vez que lo visitaba, pero en esta ocasión, no sabía lo que me habría preparado.

Toqué al timbre de su casa, y enseguida me abrió la puerta. El muy cabrón tenía una erección de caballo, jajajaja, no era la única caliente en casa.

Me hizo pasar, y después de las preguntas de rigor, que tal, cuanto tiempo, que ganas tenia de estar contigo… le pregunté por la sorpresa, ya que no veía nada especial.

Sin acabar de hablar, sonó el timbre de nuevo. Se levantó a abrir con una sonrisa de oreja a oreja, diciéndome que mi sorpresa acaba de llegar.

Entraron 4 hombres, no sabría decir su edad, que no paraban de mirarme las mallas que llevaba, marcando mi coño, con una mancha de humedad que era más que notable en ellas.

Al entrar el último, vi a dos pastores alemanes enormes, vaya pedazo de animales que habían traído dios!!!!!!

Me levanté a saludarlos, que educación no me falta, y al saludar al de los perros, me encontré rodeada por los cinco hombres.

Antonio, señalando los perros, me indicó que este era el regalo, la sorpresa que tenía preparada para mí.

Acto seguido, uno de los perros se acercó a olisquearme el sexo, sin duda notó su olor ya antes de entrar, y uno de sus amigos me comentaba lo sexy que sería verme follar con ellos, mientras notaba su mano sobarme mi culo.

Esto parecía demasiado hasta para mí, pero al ver a cinco hombres empalmados, rodeándome, mirándome deseosos, solo pude coger al que tenía enfrente, al de los perros, y acercarme a besarle y tocarle su mimbro.

Mientras le comía la boca, fui sacando su verga de sus pantalones, mientras uno de los otros, no se cual ni me importa, iba bajando mis mallas al suelo.

Sin girarme a mirar, fui descendiendo al suelo, quería esa polla en mi boca, saborear los fluidos que ya notaba en mi mano.

Al agacharme a mamarla, unas manos me abriros las nalgas, y noté un escalofrió al sentir una lengua larga, áspera y muy rápida lamerme de una pasada mi empapado sexo y mi ano.

Casi me caigo de rodillas al suelo, al darme cuenta que tenia a todos mis hombres delante de mí, pero seguía notando las lamidas en mi coño.

Era uno de los animales, que sensación más placentera y morbosa era el comerme la polla de su dueño y sentir al animal detrás de mí.

Me puse como una perra, a cuatro patas, bueno a tres, porque mientras mamaba al tío, le masturbaba, para dejar mejor campo al perro.

Los 4 hombres se reían, mientras el 5 no paraba de gemir, de decirme que era una buena perrita, en el momento en que sentí como descargaba su leche en mi garganta.

Tuve mi primer orgasmo del día, casi me atraganto con su leche mientras su perro no dejaba de golpear mi sexo son su áspera lengua, notando como me hacía estremecer desde el clítoris al ano.

Nada más terminar de eyacular en mi boca, se colocó detrás de mí acariciando al perro, cogiéndole el miembro, para sacarlo de su piel.

Era enorme el miembro del animal, con su nudo al principio, toda ella roja, transparentándose la sangre que fluía por su interior.

Me di la vuelta, así como estaba, como una perra en celo, y acercándome al pastor alemán, le cogí el miembro, y mientras lo masturba lentamente, fui acercando mi boca a él, lamiendo la punta de ese gigantesco miembro.

Noté como las lamidas volvían a introducirse en mi abierto y baboso coño, era el otro animal, casi me olvido de él, pero cesaron pronto. Este era más joven, y quería penetrarme con su instrumento.

Unas manos expertas me abrieron la vagina, dejado paso a la verga del nuevo inquilino de mi cueva. Entró entera, de un solo golpe, dejándome sentir el peso del dueño en mis riñones, haciendo que dejara de chupar al otro, para poder gemir de placer, al notar el nudo de su polla entrar en mi.

Empezó un movimiento rápido, desesperado, oíamos jadear al animal, me oían gritar a mí, y de repente noté como mi mano se llenaba de la leche del animal, y como poniéndose de acuerdo, el otro se vaciaba en mi interior, notando como mi sexo se llenaba e hinchaba por su corrida, sintiendo su leche escurrir por mis piernas al suelo. Ningún hombre me había dejado tan llena como ese animal.

Al dejar de correrse dentro mí, el animal salió igual que entró, de golpe, haciendo un vacio en mí, que provocó las risas de mis mirones al oír el choff al salir.

Los animales, agradecidos por el servicio prestado, me lamieron los restos de la corrida, con sus lenguas, dejando limpia pero caliente de nuevo, quería más, mucho más.

Miré a mi amigo, pidiéndole que me ahora me follara él, quería seguir llena por dentro.

Me quise levantar pero no me dejó, me dijo que seguiría disfrutando como la perra que era, y así me quedaría, agachada, a disposición de cualquiera de los 7 machos que tenia para ella sola.

Colocándose a la altura de mi culo, introdujo un dedo en mi culo, dándose cuenta de lo dilatado que estaba por la excitación del orgasmo recién obtenido y notando que no necesitaba preparación, apoyó la punta de su hermosa verga, en la entrada de mi culo.

El muy cabrón sabia que la quería toda dentro, pero estuvo jugando, solo introducía un par de centímetros, dejándolo así unos segundos, para sacarla afuera, viendo como me dejaba abierto el culo, para volver a penetrarme otro poco otra vez.

Uno de sus amigos se recostó en el suelo, dejando su polla a la altura de mi boca, y cogiéndome de la cabeza se la introdujo casi hasta la garganta, mientras introducía sus dedos dentro de mi vagina.

Los otros amigos, no paraban de masturbarse, de decirme graserías que no hacían más que excitarme más, me sentía la puta de los machos de la habitación, mi sexo segregaba flujo a litros, mi boca llena de la polla de un desconocido hasta hoy, y mi culo dilatado con la verga de mi amigo. Ummmmmmmmmmmmm que recuerdos más placenteros.

Estaba empezando a notar subir un nuevo orgasmo, por las caricias de los dedos del desconocido, cuando mi amigo me dio un empujón, clavándome tu estaca hasta notar sus testículos golpear en mi sexo, grité de placer al notar su descarga dentro de mí, el muy cabrón iba cargadito le leche. Presa del placer, me tragué el miembro del desconocido, amasando sus pelotas y al notar que iba a subirle la leche, aprisione con mi boca, haciéndole vacio alrededor de miembro, golpeando su prepucio con mi lengua, e introduciéndole un dedo en su culo.

No se quejó, pero casi me atraganto con su leche, creo que la excitación del dedo hizo su efecto.

Me levanté como pude del suelo, estaba destrozada de tanto placer.

Me senté en uno de los sofás que había en la habitación, abriendo mis piernas para dejar que mi coño se ventilara un poco, era un volcán, cuando uno de los perros, vino de nuevo hacia mí, con su lengua fuera, y su mirada clavada en la leche que desprendía mi culo.

Me estuvo olisqueando, noté su fría nariz en mi abierta vagina, y de nuevo, su lengua golpeando mi sexo y mi dilatado culo.

Se agradecía la limpieza que me estaba realizando, el empeño y las ansias que tenía el animal, casi me hacer lograr un nuevo orgasmo, pero estando en lo mejor, el animal se paró, dejándote a medias, abierta de piernas y con un calentón tremendo.

Lo llamé, lo hice ponerse cerca de mi sexo de nuevo, quería que terminara lo que había empezado, pero lo que hizo fue mejor.

Colocó sus patas delanteras encima del sofá, una a cada lado de mis costados, haciéndome notar su miembro hinchado en las cercanías de mi sexo.

Bajé un poco mi trasero, acercándome más a el, y en una de sus envestidas, entro su polla dentro de mí.

Sus movimientos eras suaves pero profundos, notaba como entraba y salía casi todo de dentro de mí, parecía una persona humana, solo le faltaba besarme la boca, estuvimos así como 5 minutos, me proporcionó otro orgasmo el animal, en el momento en que tensó sus músculos y note el palpitar y escupir de su polla en mí, creo que sus disparos me entrarían en el útero por la presión y fuerza por la que salían despedidos en mi interior.

Cuando terminó, se salió de nuevo, dejándonos oír de nuevo la presión del vacío que había provocado en mí, dejando que toda su leche escurriera por mis piernas al suelo, y colocándose a mi lado, subió de nuevo las patas al sofá, dándome lametones en la cara, espero que por agradecimiento.

En eso estaba, acariciando la piel de mi nuevo amante, cuando su compañero perruno, empezó a recoger el néctar que rebosaba por mi sexo y mis piernas.

No podía mas, estaba agotada, pero le dejé hacer, me lamio toda mi parte de cintura para abajo, solo esperaba que no me penetrara también, tenía el coño y escocido de tanto roce, y así se lo hice saber a mis nuevos amigos, que tenían todos la pija en la mano, que no habían parado de masturbarse viendo el espectáculo.

Por suerte, uno de ellos cogió el miembro del animal, y lo masturbó, para que no me penetrara, haciéndole soltar su descarga en mis piernas, mientras el resto se acercaban a mí para que les mamara, soltándome encima la leche de todos ellos.

Bueno, espero que les haya gustado una de mis muchas experiencias, y que se hayan corrido como me corrí yo ese día.

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